1 de junio de 2011

Batista se echó la soga al cuello

El 1-4 de la Selección Argentina ante Nigeria desató un escándalo en la patria futbolera. La agitación obedece sobre todo al impacto del resultado en el prestigio y la historia de la escuadra nacional, pero la realidad es que semejante caída tendrá varios otros efectos colaterales. Y Batista, que es —tal vez con razón— señalado como responsable de este episodio negativo, estará en la fila de los más perjudicados, porque ahora suma una pesada carga en su mochila de cara a la Copa América.

Causa una imagen muy negativa del fútbol argentino frente a los rivales y especialmente frente al público, al que se le promete —y se le cobra como si existiera— la presencia de las máximas estrellas. Una reacción que ya se vio ante Costa Rica cuando no jugó Messi —en ese caso fue injustificado, porque había otras figuras y se buscó preservar la integridad del jugador— y ahora, totalmente justificado porque no había ningún nombre de primera línea internacional. Esta deslealtad comercial seguramente en algún momento le pasará factura a la Selección.

Batista esgrime como excusa —atenuante, le llama él— el hecho de “nos juntamos hace dos días y nos fuimos a jugar, mientras Nigeria es un equipo ya trabajado”. Lo curioso es que esto lo sabía el DT antes del partido, por lo cual cabe preguntarse, ¿por qué accedió a jugar, conociendo de antemano estas condiciones?

Pero lo que se cuestiona no es que se haya jugado, sino la forma en que se hizo. Lo que dispara el enojo es el resultado, pero más que nada, es que el resultado es consecuencia de la negligencia de no formar el mejor equipo.

Creo que la forma correcta de realizar pruebas es manteniendo una base o estructura e ir probando de a tres o cuatro jugadores, como máximo. Desmantelar todo el equipo, incluyendo la estructura de base, ni siquiera es útil para realizar un análisis preciso de variantes. Tampoco aporta nada para darle forma al equipo que competirá en la Copa. En semejante murga, ¿es acaso posible ser concluyente acerca de algún rendimiento particular?

Este tipo de acontecimientos sólo sirve para arraigar más la idea de que estos partidos tienen como única finalidad la promoción de jugadores para su venta. Y paradójicamente, incluso este objetivo se ve arruinado con estos resultados.

Incluso dejando de lado los aspectos que a priori pueden parecer románticos como el prestigio y la historia —su costado práctico también tiene, no cuesta lo mismo jugar con Argentina que con Nueva Zelanda—, el 1-4 contra Nigeria es dañino también para el proyecto a corto plazo que es la Copa América. Perjudica a jugadores que posiblemente integrarán el equipo de este torneo, como Pareja o Zabaleta , entre otros.

El 1-4 ante Nigeria disparó el recuerdo del 0-6 con Bolivia por las eliminatorias para Sudáfrica 2010. Sin embargo, hay muchas diferencias que conviene no perder de vista. En primer lugar, Maradona agarraba un equipo que no estaba clasificado y venía jugando desastrosamente. Con algunos cambios, mantuvo la base y la urgencia por clasificar no le permitió en ese entonces intentar imprimir el estilo que luego se vio durante la Copa. En segundo lugar, los efectos de la altura fueron visibles en todo el equipo, con la excepción tal vez de Gago, que fue el de mejor desempeño en aquella escuadra. Y finalmente, la otra gran diferencia es que el equipo de Maradona estaba obligado a disputar ese encuentro en el marco de las Eliminatorias, mientras que el equipo de Batista fue a pasar vergüenza de puro gusto.

Hay que dejar en claro, sin embargo, que los jugadores no tienen responsabilidad en esto. Ningún jugador —casi ninguno— quiere decirle que no a la selección, a ningún precio. Incluso, previendo que cosas como la del miércoles pueden ocurrir. La responsabilidad debe dividirse entre DT, dirigentes y los organizadores del partido. Si por algún motivo no es posible mantener la base del equipo, no hay razón deportiva para presentarse a estos encuentros. Y si no hay razones deportivas para hacerlo, tal vez haya que repensar los otros factores.

Alguien va a pagar las culpas por esto. Algunos jugadores, seguramente, aunque no lo merezcan. Se lo señala a Grondona, pero a nivel mediático, el más perjudicado es Batista. Compromete la ya de por sí alicaída seriedad de su proyecto de Selección y planta un antecedente importante que podría poner en serio riesgo su continuidad en el puesto. Es obvio que no va a haber movimientos en el equipo técnico a tan poco tiempo de la Copa América, pero Batista se ha echado una soga al cuello. El transcurrir del máximo torneo de selecciones de nuestro continente decidirá si la soga se afloja o se tensa.

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